El Centro Juvenil Salesiano Áncora de Cartagena reinicia sus actividades con una gran fiesta medieval.

Publicado el domingo, 11 Feb 2018

Por Francisco J. Cánovas

Director del Centro Juvenil Salesiano Áncora
Toda crisis va cogida de la mano de una oportunidad. Al menos así lo hemos vivido en nuestro centro juvenil a raíz de la crisis vivida a finales del curso pasado que provocó la suspensión del campamento de verano.
¿Cuál ha sido la oportunidad? Nos hemos dado un tiempo suficiente para reflexionar y resituarnos como oferta educativa y evangelizadora en el seno de nuestra casa salesiana de Cartagena. Por este motivo las actividades de este curso han empezado en febrero. Hemos dedicado todo este primer semestre del curso a renovar y adecentar las salas del centro juvenil; a renovar la estructura interna de funcionamiento y del equipo de animadores; a la formación y convivencia de los animadores y preanimadores que han continuado apostando por nuestro proyecto salesiano.
Siguiendo el plan diseñado y cumpliendo los plazos establecidos, el pasado sábado 3 de febrero, después de haber realizado unas semanas antes una reunión informativa para padres, comenzamos las actividades con los niños, adolescentes y jóvenes.
La fiesta de inicio estaba ambientada en la época medieval. Los juegos y talleres preparados transportaron a la época de las princesas y caballeros a los casi 200 participantes. Con la llegada de la noche, llegaban también los familiares y amigos que se acercaron a compartir la cena con una gran barbacoa y el concierto del grupo «Modus Operandi».
La envergadura de esta actividad de inicio, la amplia participación y el número de familias que ya han inscrito a sus hijos en el centro juvenil nos demuestra que seguimos siendo una oferta educativa atractiva y seria, que hay cientos de familias que confían en nuestro proyecto, que estamos arropados por voluntarios y colaboradores que siguen dando su tiempo y cualidades a los niños y jóvenes que frecuentan el centro juvenil de esta casa salesiana. El tardío inicio de curso en nuestro centro juvenil nos ha ayudado a comprender que las crisis son necesarias para crecer y no perder el rumbo; que no estamos afincados en un solar desierto, sino en el prado de los sueños de Don Bosco.

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