Este Santo no fue Salesiano, es más el fundó otra congregación, “Hijos de la Divina Providencia”. Pero sí se le considera dentro de la familia salesiana porque estuvo tres años en el Oratorio y es el beneficiario del primer milagro de Don Bosco post mortem.

Su paso por Valdocco
San Luis Orione estuvo en el Oratorio de Valdocco desde 1886 hasta 1889, es decir, vivió dentro del Oratorio la muerte de Don Bosco. Lo que más destacó siempre de estos años es que estando Bosco en vida llegó a decirle a Luis: “Nosotros seremos siempre amigos”.
De estos tres años se llevaría para siempre el carisma y la misión de trabajar por la educación de los jóvenes, sobre todo los más necesitados, y la salvación de las almas. En palabras de Don Bosco “Da mihi animas, caetera tolle”, en uno de los escritos de Luis Orione: “No nos interesen y no amemos más que las almas de nuestros hermanos”.
En este documento no voy a tratar más sobre la Biografía de Luis Orione, que es muy extensa después de dejar el Oratorio e irse al seminario.
Primer milagro de Don Bosco en favor de Luis Orione
Para contar el milagro, cojo las propias palabras de Luis Orione, recogidas en el libro “Las florecillas de Don Orione” escrito por Mons. Andrés Gemma, obispo emérito de Isernia-Venafro (Italia) y religioso de la congregación de Orione, Hijos de la Divina Providencia.
“El día siguiente fue llevado a pulso a la Iglesia de San Francisco de Sales, que le dio el nombre a la sociedad salesiana y permaneció allí expuesto todo el día. Fueron a visitarlo miles y miles de personas: desde Moncalieri, desde Vercelli y de muchísimos lugares. Pusieron también a unos muchachos para tomar los objetos, pues todos consideraban que Don Bosco era un santo.
Quien tocaba un pañuelo, quien hacía tocar otros objetos.
Habían puesto en esos días a tres muchachos a propósito para que tocaran lo que los fieles llevaban. Uno de ellos tocaba vendas y coronas del rosario. Y después no supo más que tocar. Y entonces le surgió en la mente como una luz, la idea de que se pudieran hacer tocar el cuerpo de Don Bosco trozos de pan y luego, haciéndolos comer a los enfermos, éstos pudieran sanar. Y como tenía la llave de uno de los refectorios, porque estaban a cargo de ellos, tomó pan y aferrando el cuchillo se puso a cortar; pero en el entusiasmo, no cortó sólo el pan, sino también un dedo, y tanto era el fervor, que le dio un segundo corte al dedo hasta el hueso.
Pero cuando, finalmente, sintió el dolor y vio fluir la sangre, experimentó como temor de que le faltara el índice, lo que lo haría no apto para el sacerdocio. Mas, después de ese primer temor y dolor, él tomó el dedo que colgaba, pues tenía el hueso cortado y, como el refectorio está abajo, corrió a la Iglesia y tocó el cuerpo de Don Bosco, el dorso de la mano derecha… ¡Y la sangre permaneció en los poros de Don Bosco y la herida se sanó! La cicatriz está aún aquí…” (D.O., I, 305).
Y así diciendo mostraba el índice de la mano derecha a sus hijos -Don Orione era zurdo-, que invitaba al himno de alabanza a Dios y agradecimiento a su santo maestro. “
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