Estos dos santos salesianos entregaron sus vidas defendiendo a las personas que les fueron confiadas, convirtiéndose así en los protomártires salesianos.
Sus últimos días
El obispo Luis Versiglia y don Calixto Caravario salieron en tren el 24 de febrero junto con dos alumnos del Instituto Don Bosco, que volvían a su casa a pasar las vacaciones, dos hermanas suyas y una catequista profesora. La situación política y social era turbulenta por las continuas guerrillas que asolaban los territorios del Sur de China: hacía un tiempo que el obispo esperaba tiempos mejores para hacer la visita pastoral a los cristianos de Lin-Chow, pero al final, partió igualmente porque «si esperamos a que los caminos sean seguros no partiremos nunca… No, no. ¡Ay si nos dejamos dominar por el mie- do! ¡Que sea lo que Dios quiera!». El día 25 prosiguen el viaje en barca por el río Pak-kong. Una breve parada en Ling-Kong How. A mediodía navegan nuevamente por el río, en dirección a Li Thau Tzeui. Estaban rezando el Ángelus cuando de improviso en la orilla se oye un grito salvaje. Una decena de hombres, apuntando con los fusiles, intiman a la barca que atraque en la orilla. El barquero se ve obligado a obedecer.
«¿Con que protección viajáis?», les preguntan; el barquero: «Con la de nadie, nadie ha exigido nunca impuesto a los misioneros». Dos hombres suben a la barca y descubren, bajo la sombrilla de protección, a las tres mujeres, que pretenden llevarse, pero monseñor Luis y don Calixto las defienden, haciendo de barrera. Versiglia pronuncia las siguientes palabras mientras defendía a estas mujeres: “Si es necesario morir para salvar a las que me han sido confiadas, estoy dispuesto”. Los criminales, gritando, descargan con violencia la culata de sus fusiles sobre sus cuerpos, que caen por tierra.
San Luis Versiglia, un poco de su historia.
Nació el 5 de junio de 1873. Nunca tuvo intención de hacerse sacerdote. A los 12 años le envían al internado de Valdocco en Turín, con la intención de entrar en la Facultad de veterinaria de la Universidad de Turín. Sin embargo, en Valdocco conoce a Don Bosco, ya anciano y enfermo, y queda casi hechizado de su carisma.
En estos años en Valdocco es donde algo empieza a tomar forma en el alma de Versiglia. Un hecho concreto, el 11 de marzo de 1888 en la Basílica de María Auxiliadora, fue clave para su vocación. Era la ceremonia de despedida de un grupo de misioneros que partían hacia Argentina. Quedó impresionado por el porte modesto y sereno de uno de ellos. A partir de ahí comenzó a aflorar su vocación, nació el deseo de hacerse sacerdote, sacerdote misionero salesiano.

Mantuvo vivo su sueño misionera hasta que en 1906 el Rector Mayor de los Salesianos, tras negociar con el obispo de Macao, le nombra jefe de la expedición a Macao, colonia portuguesa en la costa sur de China, para dirigir y gestionar un orfanato.
Con el paso de los años, el padre Versiglia transformó el orfanato en una escuela profesional de Artes y Oficios para alumnos huérfanos, tan apreciada que se toma como modelo para otras escuelas de Macao. En 1921, fue consagrado obispo.

Acercamiento a la historia de San Calixto Caravario
Nació el 8 de junio de 1903, se trasladó a Turín a la edad de cinco años. Desde muy pequeño mostró una marcada vocación por el sacerdocio. En 1814 comenzó el gimnasio en el Oratorio de Valdocco (no conoció a San Juan Bosco), donde se sintió particularmente atraído por los misioneros que visitaban allí a los Superiores y con los que pasaba a menudo ratos de recreo.
En 1922 Versiglia asistía a Turín para el Capitulo General de la congregación. Allí se conoce con Calixto y éste le expresa su vivo deseo de seguirle en la Misión. Los Superiores no le permiten realizar su sueño inmediatamente, pero Calixto le asegura en ese momento a Luis “Monseñor, verá que seré fiel a mi palabra: le seguiré a China. Verá que le seguiré con toda seguridad”
Consigue realizar este sueño en 1924, cuando obtiene el permiso para seguir a Don Garelli a Shangai, donde a los salesianos se les confió la dirección de un instituto profesional. En la entrega de la cruz misionera en la Basílica de María Auxiliadora formula esta oración: “Señor, mi cruz no quiero que sea ni ligera ni pesada, sino como Tú quieras. Dámela como Tú quieras. Sólo te pido que la lleve con gusto”.
En 1927 debe abandonar Shangai debido al estallido de la revolución y es enviado a la lejana isla de Timor, eclesiásticamente dependiente del obispo de Macao. Tras dos años allí le mandaron a la misión de Shiu-chow, donde conoció a Don Carlo Braga y al obispo Versiglia, que le ordenó sacerdote el 18 de mayo de 1929. Ese día escribió a su madre: “Madre, te escribo con el corazón lleno de alegría. Esta mañana he sido ordenado sacerdote, soy sacerdote para siempre. Ahora tu Calixto ya no es tuyo: debe ser completamente del Señor. ¿El tiempo de mi sacerdocio será largo o corto? No lo sé. Lo importante es que presentándome al Señor puedo decir que he hecho fructificar la gracia que me ha concedido”. Algunos hablan de predicción en cuanto al tiempo.
Versiglia le confía la misión de Lin-Chow, pensando en que el buen clima de aquella zona le ayudaría a recuperarse de la malaria contraída en Timor. Caravario afronta los viajes apostólicos con espíritu de sacrificio y adaptación: “En esta tierra hay muchas almas que salvar y los obreros son pocos; por tanto, debemos, con la ayuda del Señor, salvarlas aun a costa de cualquier sacrificio”
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